Quién tiene una idea más determinista del azar (el orden del caos), o mejor dicho un determinismo más aleatorio, que Prigogine y Stengers. La idea que la disipación aparente, o sea, la pérdida del equilibrio o el comienzo del caos, es necesario para la aceleración universal de la unificación, es ciertamente una observación válida (como el dicho “el que algo quiere, algo le cuesta”). Pero su afirmación que en el momento del máximo desorden el azar pudiese estar involucrado en la determinación del estado de un sistema más unificado es irrazonable (ilógico). De hecho, el concepto entero de operaciones cada vez más ordenadas es absolutamente determinista. La idea de una síntesis entre el azar y la necesidad es una tontería dual. Es imposible, al usar la lógica, que las ideas de la posibilidad (el azar) y la inevitabilidad (el determinismo) no sean, finalmente, una y la misma. |